Era 1928, la Sevilla de entonces trabajaba a marcha forzada para estrenar su Exposición Universal de 1929 que trajo a gente de todo el mundo. Por aquel entonces, una familia sevillana subía la persiana por primera vez de una pescadería en el emblemático barrio de la Puerta de la Carne. Ese mismo año, el estadounidense Clarence Bridseye, inventaba un sistema que permitía mantener los alimentos en frío conservando sus propiedades, pero tardaría años en llegar a España. Mientras tanto, en la pescadería, el pescado sobrante, se freía por las tardes para su venta al peso envuelto en papel, convirtiéndose en el primer “take away” de la historia. Fue tal el éxito que se coló en la vida diaria del sevillano de a pie y, poco a poco, se fue transmitiendo de generación en generación. Hoy es toda una costumbre popular al alcance de todos a la que acuden familias enteras para revivir tal tradición.